De la sexualidad a la sensualidad en la tercera edad

Cuando vamos a comprar fruta siempre decimos que una fruta madura esta dulce, está lista para comerse. En el ser humano, la madurez produce un estado similar, en la madurez la persona puede experimentar una especie de dulzura especial y diferente con sus sentidos y su sexualidad.
A medida que vamos pasando años, se van imponiendo todo tipo de cambios, desde anatómicos hasta fisiológicos y psicológicos, los cuales van transformando las respuestas sexuales tanto del hombre como de la mujer. Pero esto no significa que este todo acabado, debéis saber que una estimulación y comunicación adecuada con la pareja pueden lograr relaciones íntimas placenteras y muy satisfactorias después de la tercera edad.
El problema es que en la sociedad existen prejuicios y factores, tanto sociales y personales, que impiden que se disfrute de una sexualidad y sensualidad después de esta edad, ya que se desarrollan todo tipo de complejos que impiden y condicionan el disfrute de compartir un momento íntimo con la pareja después de una cierta edad.
Lo que es cierto es que la sexualidad, de la tercera edad, es distinta a la que se practicaba en la juventud. Como por ejemplo, el cuerpo de la mujer genera cambios que pueden hacer dolorosa una penetración, ya que en la menopausia se dejan de segregar las hormonas femeninas que estimulan y provocan la lubricación de la vagina. Además, de otros cambios que va desarrollando la vagina como que empieza a volverse poco elástica, los labios de la vagina reducen su grosor, y el clítoris, aunque mantiene la respuesta a la excitación, se contrae con más rapidez después del orgasmo. En el caso del varón también se producen cambios, y aunque muchos varones mantienen su antojo sexual por más tiempo, llega un momento en que los contactos o acercamientos íntimos con la pareja suelen ser más espaciados, y pueden variar su ritmo e intensidad.
A causa de todos los cambios, la sexualidad se empieza a convertir en algo más sensual que sexual. Se comienza, entonces, a despertar otro tipo de emociones y sentimientos como la ternura, abrazos y las caricias. Esto sigue siendo un modo de compartir momentos íntimos sexuales importantes con la pareja, es una actividad que puede darte gratos beneficios.
Por esto, no debéis impedir que vuestra vida sexual y sensual siga. La continuidad en las relaciones íntimas, hasta que uno quiera, será una fuente de goce, descubrimiento y expresión amorosa, y debemos saber que estas actividades después de la tercera edad, no es ni mala, ni indebida, ni debe causar angustia ni rechazo, porque es una forma de acercamiento, conocimiento y expresión de cariño.
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