Mientras ellas piensan en amistad cuando conocen a un chico que les parece bien, ellos lo interpretan en clave de sexo. Y eso, no me lo negarán, sucede a cada momento sin que haya una explicación aparentemente razonable.
Pero seguramente hay más de una, todas ellas relacionadas con el papel primordial que le dan ellos al sexo por encima de si ella es abogada, habla 5 idiomas o trabaja en la ONU. No, ellos procesan en sus neuronas que esa chica les está poniendo el camino directo a su cama.
Y esto, como tampoco me negarán, es con mucha frecuencia un error que termina siendo un foco de problemas entre ambos y el consiguiente ‘chasco’ para los dos.
Las chicas empiezan por la vista, sí, pero el siguiente paso es sentirse confortable con él en una conversación. Si además les regala el oído, mejor. Pero no tienen por qué convencerse de que es su mejor amigo antes de dar el paso y tener la confianza de besos y caricias cómplices. Pero si acceden a besos y gestos de aprobación, al ataque.
Sin embargo, ellos siguen alguna que otra estrategia, o varias si la primera no da resultado, hasta detectar hasta dónde pueden llegar con ella. No se rinden nunca. Ellos sólo saben si pueden llevársela a la cama si lo intentan, por lo que no tienen tiempo que perder.
Aquí es donde ellas se pierden y no distinguen qué ocurre. Saben que él la llama, se comporta como un galán y le colma de mensajes desde los buenos días a las noches interminables chateando. Así que se siente colmada de atenciones y ‘regalada’ constantemente. Hasta que llega una invitación a ver una peli juntos, una visita a casa para oír música o tomar una copa. Ahí se la juega y él ataca. Porque él está convencido de que ella lo está deseando.
Y nada más lejos. Pero aún así, ella se siente a gusto y aguanta. Lo que pasa es que cuando llega el momento, o es demasiado tarde, o hay un parón de los que dejan el asunto en tablas y ya no va ni para atrás ni para adelante. Error.
La velada se salda con un malentendido y ella se queda sorprendida por el ataque y él se queda sorprendido por la negativa. Y vuelta a empezar. Eso pasa por tener poca paciencia, algunos sí que la tienen pero si el resultado es negativo, hasta se lo toman a mal.