Collares BDSM: Obedeciendo a tu amo

collares para el bdsm

Pocas imágenes hay de las denominadas morbosas que susciten tanto “subidón” de adrenalina sexual como la de una persona encadenada y expuesta a la voluntad de otro. Es un juego sexual, claro.

Collares BDSM, cadenas, mordazas, cuerdas o cintas, el caso es estar sujeto y a merced de las órdenes del amo. Y como de eso saben todo nuestros amigos las mascotas como los adorados perros, hay personas que les gusta ser tratadas como a sumisas mascotas. Queridas pero dominadas.

Y de rebote y como contrapartida obligada, la figura el amo dominante. Los roles son a elegir porque nada está escrito en materia de sexo, y cualquiera de las imágenes que suscitan la combinación amo/ama o esclavo/esclava, nos valen para jugar al juego del poder sexual.

Los collares son casi joyas sexuales o joyas si se adquieren con materiales nobles o preciosos. Pero no hace falta tener una cuenta bancaria de interminables ceros para apoderarse de los movimientos del otro. Gracias al collar con correa que impide escapar o dirige los pasos arrodillados del otro, el esclavo no tiene más remedio que obedecer a su amo y éste lo tratará bien o lo castigará según se comporte. Nada más excitante para quienes disfrutan esta práctica cargada de fantasía pero muy real.

De hecho, algunos estudios –que comparto- indican que algunas personas identificadas con el BDSM tienen un papel dominante en la vida cotidiana o social, laboral etc.. Y sin embargo, hay en su libido un componente impulso que les lleva a disfrutar siendo dominado, siendo esclavo en el sexo. Este perfil corresponde a un hombre por lo general, aunque también se da en mujeres que dominan social o laboralmente.

Convertirse en una mascota fiel cuya libertad no existe y sus movimientos están supeditados a la voluntad caprichosa y tirana de su dueña, hace protagonistas a los collares de sumisión. Ya sea para caminar a cuatro patas o para maniatar al esclavo desde el collar a sus muñecas. O cualquiera de sus diseños a cada cual más “humillantes”.

Por algo será que humillar y sentirse humillado para activar la palanca del placer sexual es un fetiche. Como lo son los artículos de bondage, fetisch y todo el repertorio de BDSM que tanto fervor suscitan actualmente.

Parece un juego y lo es. Y nadie que no quiera ser tratado como una sumisa mascota fiel se dejará colocar uno de estos bellos collares. Algunos más elegantes, otros más bizarros, a gusto de la mascota y su dueño.

Escrito por vibrafaccion