Las cuerdas eróticas japonesas o el arte de atar al amante. Shibari

Que nadie muy ingenuo sospeche que el bondage es actual. Está de moda, pero es antiguo y se conocen estas prácticas tanto en Occidente como en Oriente.
Sin embargo, si bien en Occidente el sexo profesionalizado como en el cine porno y los espectáculos eróticos en peep shows o sexshops con show para espectadores, en Oriente todo es más sutil. De hecho, las geishas del imperio nipón ya usaban y eran convenientemente atadas para ciertas prácticas sexuales.
A modo de columpio, las mujeres u hombres atados y suspendidos en los llamados columpios eróticos, ya se retrataban en catálogos pornográficos de principios del siglo XX con una estética que no abandonaba la finura y mimetismo orientales.
No hay fotos de hombres atados con cuerdas planas de lino y algodón pero sí de mujeres, las cuales permanecían inmóviles, perfectamente maquilladas y hasta vestidas. Aunque dejasen los pechos y el sexo expuestos a su amante o amantes. Con sus peinados tradicionales de geisha y el rostro inexpresivo como quien ejecuta una orden sin alterarse ni inmutarse, estas mujeres podían ser atadas por sus protectoras y sirvientas de la casa de geishas adonde acudían los hombres. Preparándoles así el disfrute sexual a quienes pagaban por este evento.
La manera de amarrar a la mujer y preparar su cuerpo sin que éste tenga posibilidad de accionar miembro alguno, estaba perfectamente estudiada. Como debe ser llevado a cabo el amarre con cuerda japonesa, de una anchura aproximada de no más de 2,5 centímetros y plana. También puede conseguirse cilíndrica, en cuyo caso se requiere mayor pericia para componer los nudos y las correspondencias entre las distintas partes del cuerpo amarradas.
El shibari o atadura erótica bondage sigue siendo la misma práctica de origen feudal japonés que se ha exportado a Occidente con éxito. La disposición de los nudos acompañan a la restricción de movimiento, algo que ya visualmente proporciona placer a quien domina a su víctima o prisionera. A partir de este estudiado procedimiento claramente al servicio del sadomasoquismo en nuestros dias, el shibari aún es un auténtico desconocido para el gran público.
Pero aunque la técnica más sofisticada quede para un ínfimo número de seguidores fetichistas, es cierto que los columpios con cadenas están acercando popularmente el gusto por la atadura erótica. Y la cuerda japonesa es un fetiche atractivo donde los haya, aunque no se sea un experto en shibari.
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