No ha variado nada el modus operandi de la mayoría de los hombres para conseguir sexo sin producir un trauma a la chica que acaban de conocer y quieren llevársela al huerto.
Quien dice conocer, dice una semana o dos desde que se dieron los dos besos de rigor tras las presentaciones. Porque al menos una semana o dos les lleva el plan de enmascarar con poses de chico bueno lo que en realidad persiguen como chicos malos: sexo y lo más allá que pueda llegar, según declaran a los amigos en petitte comité.
Y no falla. Las frases deben ir directo al corazón para conseguir su sexo. Y así, mientras las palabras llegan a los oídos de la presa, la susodicha las codifica como buenas y van atravesando todo su ser hasta llegar a desatar el nudo que reside allá abajo, ellos han ido acortando distancias esperando a que llegue el momento del ataque.
Frases como:
- Eres distinta a las demás. Esta frase hay que repetirla mucho variando el adjetivo pero siempre haciéndola única.
- Todas son iguales pero tú me has hechizado. También vale me has enamorado, con la que el impacto es mayor porque ni se lo espera.
- La verdad es que quiero sentar la cabeza, estoy en ello desde que te he conocido. Esta frase parece gratuita pero va en ruta hacia la mente protegida de la chica que teme estar ante un nuevo depredador.
- Había olvidado lo que es una mujer. Aunque esta sentencia es un poco “cantosa”, ellas la suelen tomar como un halago tipo “le gusto pero me respeta”. Esta frase actúa como llave y hace click tras las anteriores porque tampoco se lo espera.
- Todas mis amigas están por mí pero yo, ni caso. Esta fanfarronada despierta en ellas su pasión por hacerse las heroínas llevándose al chico duro que nadie consigue pero ellas sí.
- Quería invitarte a mi casa pero seguro que me vas a decir que no. Si la chica estaba bastante animada contigo, ésta aparente disuasión le hará arder en deseos de ir a tu casa y adonde le lleves.
- No me gustan las chicas que se van al huerto a la primera de cambio. Con esta trola categórica ya está en el bote. Ella estará contando los días mentalmente desde que os conocisteis y le añadirá unas horas. A partir de ese instante, la mole de hormigón se ha hecho mantequilla de cacahuete.