Está comprobado que en el sexo lo visual y lo estético dispara la libido exponencialmente. Si lo que ves te excita, esta premisa primordial está superada y sólo hay que llevar un ritmo in crescendo, sostenible y apoteósico.
Pero aunque todo el mundo lo sabe, no siempre se consigue porque la vida es eso, constante sorpresa e improvisación. Sin embargo, en las prácticas Bondage deberían quedar muy pocas cosas abandonadas a la improvisación y más bien hay que ser precavidos si se quiere que la sesión o el encuentro salga bien.
Por eso, el famoso “aquí te pillo y aquí la armamos” no sirve a la causa del Bondage aunque sí resulte satisfactoria igualmente. Una vez más, los caminos que llevan al placer son muchos y todos válidos siempre que se esté de acuerdo por mucho que, tratándose del Bondage, parezca una dominación real de uno sobre otro.
Preparar una sesión no lleva nada, solamente hay que tener los complementos más básicos y ya valdría, pero muchas parejas van atesorando nuevos sex toys para aplicar porque sencillamente les “provoca” usar nuevos juguetes y no perderse nada nuevo.
Precisamente los básicos son los que marcan la línea divisoria entre lo que sería un encuentro tradicional y uno con prácticas más atrevidas y dominantes. El poder, la sumisión y cierto grado de violencia siempre controlada y consentida, son la filosofía que se pone en práctica en aras del placer erótico y sexual. Y los básicos con las cintas para inmovilizar, negras o de colores, los antifaces o los pañuelos para tapar los ojos y ocultar la expresión de los ojos respectivamente, las fustas de doble estimulación –para golpear suavemente o rozar con pluma para erizar la piel-los dildos, vibradores, streap-on o arneses y plugs anales en cualquiera de sus variedades. Pinzas para pezones, mordazas con bola para la boca o aparatos de electroestimulación pueden añadirse según requerimiento de la pareja, claro.
Quienes además inviertan algo más de tiempo en buscar el atuendo idóneo con lencería, medias, zapatos o cualquier complemento como fetiche catalizador del morbo, lograrán antes y mejor su objetivo, sin que por ello tenga que reducirse el tiempo de la velada.
Da igual quien ejerza el rol dominante o sumiso. Es muy normal que estos papeles se inviertan a gusto de los consumidores porque, a no ser que se decida convencidamente, cualquiera puede probar sensaciones que a priori no le excitan tanto.